Hoy día 5 por la noche llegan los Reyes Magos de Oriente a lomos de sus camellos cargados de regalos para el nuevo rey de los cielos, y también para los reyes de cada casa. Personajes maravillosos, sacados de los evangelios apócrifos, capaces de recorrerse el mundo entero y repartir los regalos de todos los niños del planeta en una sola noche.
Los siglos han pasado desde la venida del señor pero ellos han continuado trayendo regalos a los herederos de cada época.
Si hoy vivieran seguramente estarían pasando una de sus peores noches. Enloquecidos por no poder hacer su reparto anual, su trabajo, lo mejor que saben hacer. Encerrados en su Oriente, en su casa, en la franja de Gaza.
Bombardeados incesantemente, sin tener alimentos que llevarse a la boca o medicinas para los suyos. Empujados hacia el mar hasta que se precipiten en las aguas que vieron nacer a sus antepasados. Abatidos por la ira y el odio de sus vecinos.
Repudiados por una comunidad internacional hipócrita y pusilánime, adscrita a las condiciones del hermano mayor, de los Estados Unidos.
Seguramente si siguiéramos imaginando, nuestros tres reyes y sus respectivas bestias se encontrarían ocultos tras los escombros de lo que antes era una escuela o un edificio de viviendas. Rezando para que la lluvia de fuego que ilumina el firmamento, cual estrella guía, y las lágrimas de los que les rodean cesen para siempre. A la vez que en la lejanía ven como se acerca estruendosamente el ejército del “pueblo elegido”.
En una época de “paz y amor”, el pueblo de Dios desata su locura y su complejo de inferioridad para castigar cruelmente al linaje de los tres sabios.
Bombardeados incesantemente, sin tener alimentos que llevarse a la boca o medicinas para los suyos. Empujados hacia el mar hasta que se precipiten en las aguas que vieron nacer a sus antepasados. Abatidos por la ira y el odio de sus vecinos.
Repudiados por una comunidad internacional hipócrita y pusilánime, adscrita a las condiciones del hermano mayor, de los Estados Unidos.
Seguramente si siguiéramos imaginando, nuestros tres reyes y sus respectivas bestias se encontrarían ocultos tras los escombros de lo que antes era una escuela o un edificio de viviendas. Rezando para que la lluvia de fuego que ilumina el firmamento, cual estrella guía, y las lágrimas de los que les rodean cesen para siempre. A la vez que en la lejanía ven como se acerca estruendosamente el ejército del “pueblo elegido”.
En una época de “paz y amor”, el pueblo de Dios desata su locura y su complejo de inferioridad para castigar cruelmente al linaje de los tres sabios.
Lo siento pero el reparto ha quedado pospuesto.