lunes, 22 de septiembre de 2008

Érase una vez una niña

Que con su risa y su llanto llenaba por completo la habitación donde se encontraba.
Se trataba de una bella criatura que daba vida y gozo a todo lo que le rodeaba.
En realidad ya era adulta pero cuando se encontraba a gusto con una situación se comportaba como si estuviera en su particular patio de recreo.
Y no creáis que esta actitud hastiaba a los que bien la guardaban, todo lo contrario se encontraban felices por ser los elegidos de su compañía.
Y poder disfrutar, así, de aquella actitud infantil en un cuerpo de adulto que por momentos parecía despreocupada, que dejaba en un estado de animación suspendida o de letargo al reloj que avanzaba inquebrantable para los demás.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Los que cortan el bacalao

Esta viñeta fue publicada en el número 1634 de El Jueves.

Y cuanta razón tiene. Otro día continuaré el hilo de la economía y publicaré los motivos de la actual, galopante, crisis.

Mirando al suelo

Este tema siempre ha llamado a las puertas de mi curiosidad, desde años lo observo con desmedida atención. Es la visión y el retrato que hago de Madrid cuando viajo en autobús. Tengo en mente hacer un reportaje fotográfico sobre ello pero me falta valor para acercarme tanto.
"Salgo a la calle y todas aquellas personas con las que me cruzo llevan una mirada mezcla de odio y medio –“¿Llegare tarde?”-

Es una pena que claven su mirada en el frío y gris pavimento - como si el tiempo estuviera colocado sobre ellos, de tal manera que hiciera fuerza hacia abajo a medida pasara – lo más alto a su altura para no tropezar, mejor dicho no tocarse con otra gente.
Cuando deberían ir – no sin prisa – observando, escudriñando el cielo, las fachadas de los edificios. Admirando los dibujos que conforman.

Ventana y balconadas llenas de representaciones curiosas aguardan el momento para ser descubiertas. Son un vergel sin límite para la imaginación infantil que todos albergamos.
Vecinos que se gritan entre ventanas, una bella mujer hablando por el teléfono mientras mira hacia la calle creyendo no ser vista, el viejecito que pasa las calurosas tardes de verano en su mecedora aguardando a la brisa fresca y sencilla que le acaricia la piel."
Texto escrito el 24 de Junio de 2008

jueves, 18 de septiembre de 2008

Publicidad en las series de ficción

Artículo publicado en Opinar.net


Lo venía avisando, como si de un profeta se tratara ante la llegada de las plagas de Egipto, Naomi Klein autora del aclamado ensayo “No Logo”. El intrusismo de la publicidad y el marketing en la vida “privada” de las personas va en aumento. En concreto en el de los espectadores de televisión. No conformes las cadenas y los publicistas con el ultra extendido espacio publicitario, sobrepasando la legalidad, ahora se centran en incrustar los productos en películas y series de ficción.

Mi exclamación está promovida por estas últimas. Ya era algo normal, a los ojos del “cliente”, ver marcas y logotipos en las series de producción nacional de las cadenas generalistas. El último paso de la evolución del corporativismo ha sido incluir en el guión parte de la publicidad. No saciados con la visión del logotipo o marca: “...que rico está este nuevo helado...” (narra el realizador sin dejar de encuadrar a la actriz comiendo un helado), “...sí, es que tengo tarifa plana...” (enseñando bien el logotipo rojo de la empresa de telefonía), la gota que colmó el vaso, mi vaso, fue la locución de 10 segundos del spot de determinado sorteo de lotería dentro de la propia escena, mientras los dos personajes se van alejando del producto, el logotipo siempre encuadrado en la pantalla no se pierde de vista hasta que finaliza la escena, aunque esto suponga cortar por la mitad (de manera vertical), a uno de los personajes que mantiene una conversación con el otro.

Si las autoridades pertinentes no aplican con dureza las leyes para estos casos, si los consumidores de televisión no se quejan ante tamaña aberración, si los propios profesionales del medio no gritan cuando mutilen a su obra...pronto, muy pronto tendremos que ver como las noticias, ya sean agradables o desagradables, son patrocinadas por el merchandising de una fábrica de pepinillos en Huelva.

De mi encuentro con un ser extraño

Los hechos aquí narrados acontecieron un sábado del fin de semana:

Salí de la biblioteca, enloquecido por la información que revoloteaba en mi cabeza. Me apresuré a entrar en el metro, tenía una cita.
Estaba cansado así que me senté en el primer banco que vi libre en el andén. De repente una persona que allí estaba enganchada a su litrona me dice: “Buenas tardes”. Yo le contesté, como bien educado por mis padres.

Supuse que quería preguntarme para orientarse en la ciudad, pero no.

Me até un cordón esperando salir de aquella situación, como el que despierta de un mal sueño.
De repente, él, mira la pantalla que ante nosotros había y comienza a hablar del “mal de las basuras” para el planeta, se notaba que era una conversación banal sacada al azar de lo que nos rodeaba en ese momento.

Entramos juntos al vagón, se apresura a teorizar sobre la naturaleza en centros comerciales y sus experiencias tántricas en ellos, las bellas mujeres de Madrid que vio aquella tarde, los prejuicios de las personas, los miedos de la gente comenzando por su timidez (quien lo diría), y lo peligroso de la capital.
Se notaba que era todo un filósofo, porque la gente atendía a sus palabras sin poder retirar la mirada.
Todo intercalado con ensalzamientos a mi persona (lo noble de mi mirada, mi fortaleza y lealtad), lo afortunada de la mujer que me ame casi como adivino vislumbrando mi felicidad en estos momentos.

Se presenta, él es Byron.

Habla de unos guerreros y que él sin dudarlo me seleccionaría para su ejército personal. Supongo que estas palabras estarían mezcladas en su cabeza con los recuerdos de cuando era militar allá en Colombia, y por supuesto con la media litrona que se había bebido en 10 minutos.

Le pregunto si lleva mucho tiempo en Madrid, por su aspecto de turista y su aire despreocupado como si lo del tiempo y el estrés no fuera con él.
Me replica que va para 7 años, me confiesa la caída de su vida (supongo que por dura o experimentada), “no, todo lo contrario, bastante suave”.

El tren comienza a entrar en Avenida América y me dice –“Esta es mi estación”- donde si no, como si regresara a casa.

Comenzamos a despedirnos, él más efusivamente que yo (como no), me agradece la franqueza y la trasparencia de aquella charla (yo más bien lo llamaría monólogo).
Sale del vagón sin dejar de mirarme, agarrando su cerveza, y volviendo a agradecerme el rato que hemos compartido. Se queda un instante en el andén y desaparece de mi vista.

Parece que haya sido una visión, un encuentro en la tercera fase.

Pasando por alto lo raro de este instante tengo una sensación, un regusto en la boca como si de algo extraordinario acabara de pasarme.
Yo no diría una presencia celestial, pero si algo fuera de los límites de lo común en una gran urbe como esta.


Es curioso las pocas letras que diferencian “extraño” de “extraordinario”.
Hechos ocurridos el 22 de Junio de 2008

Primer día

Este es un blog dedicado al almacenamiento de todos mis pensamientos (o la mayoría de ellos), y los momentos que tengo a lo largo del día. Ya sea viajando en el metro, paseando por mi ciudad, viendo la tele. Lo que sea siempre dentro de los parámetros de la racionalidad y la lógica.